(FUENTE DESCONOCIDA)
Se define a los integrantes de este grupo como los "genios de la sexualidad y la muerte al propio tiempo".Se suelen situar en una posición marginal, al ser confundidos con las almas de los muertos o los resucitados. Con sus vestimentas, sus poseídos se esfuerzan en evocar la imagen de un cadáver, como los describe un autor, "los guedé forman un grupo de divinidades sumamente poderosas por ser los genios de la muerte, se erigen, tal vez, como los dioses más fuertes del panteón [voduista] y también los más respetados, sobre todo de las otras divinidades que los temen y quieren evitar su jacarandosa compañía".
Los guedé no se materializan durante la posesión como lo describen los autores en Haití: vestidos de negro, con sombrero de copa, frac y chaqué. Llevan lentes estrafalarios, a los cuales a veces les falta un cristal. No nasalizan la voz como los zombi ni dicen obscenidades. Su comportamiento llama la atención, porque inmediatamente se tiran al suelo y se sitúan alrededor de la hoguera. Sus integrantes desempeñan un papel fundamental en la praxis voduista en Cuba: no hay hungán o mambó que no "trabaje" con uno de ellos en su labor cotidiana de consultas y medicinas tradicionales.
A continuación los miembros más relevantes de esta familia:
GUEDÉ
Es descrito como un santo que consume mucho picante y tafiá; bebe mucho y es muy fuerte. Hay que guardar un respeto estricto cuando se le hace un servicio: "Si él tiene la comida, nadie puede tocar ni coger nada de ella".
LACRUÁ O LACUÁ
Informantes haitianos atestiguan que Baón Lacruá es el espíritu de "la primera persona que se entierra en un cementerio" y al hablar de los guedé, los identifican con "los muertos". Es así como afirman que Zombi y Lacuá son muertos, igual que Senché y Cemiché y sitúan como su jefe al Baón, es decir, a Barón Lacuá.
En Cuba, se trata de un santo que pertenece a la familia de los guedé, a los que pertenecen Barón Samedi, Barón la Croix o Barón Cimetiére, "el guardián del cementerio y una de las más importantes y poderosas divinidades del panteón voduista". Tiene como símbolo la cruz y en la ofrenda se incluye un gallo negro.
Este loa-muerto- tiene facultades muy sensibles para detectar dónde hay mala intención, daño o maldad. No obstante, parece ser más bien un lúa "cerebro" o que dirige las acciones de otros santos para que resuelvan los problemas localizados por él. Gran Búa es el que ejecuta las curas que Lacuá recomienda en las consultas o citas de adivinación.
ZOMBI
Su servicio hay que realizárselo en el tronco de un árbol, donde hace acto de posesión de su caballo, porque él vive en el monte. Algunos lo consideran un santo cimarrón que gusta de vivir en cualquier mata, nunca en el exterior. Coge bejucos para tejer su ropa. Es un muerto que no fue para el cielo y se quedó en el monte.
Cuando alguien lo monta, sale "quitá" y al regresar viene forrado de zarza. Entonces se baña al caballo con aguardiente y se le van cayendo las espinas. Nadie sabe cuándo llega ni nadie sabe cuándo se va. Se caracteriza porque "todo lo desbarata y resuelve".
Su gran poder radica en que él es quien recibe a los muertos en el cementerio, su verdadera casa. En torno a él se levanta un halo de misterio: anda oculto, se desconoce el instante en que aparecerá y también cómo lo hará, por lo que se teme mucho al establecer un compromiso con él. Se dice que fue "en el ayer" un ser vivo, pero fue convertido en zombi, por lo que considera a todos los fallecidos como hermanos suyos.
Se le representa, antropomórficamente, como un viejito de cara muy arrugada que cambia su aspecto cuando se manifiesta en, o posesiona de una persona. La posesión se realiza con calma, se limpia la cara con el pañuelo del caballo. Se le debe pedir y apaciguar y darle mucho aguardiente. Cuando al fin "llega", lo primero que hace es tirarse al suelo y allí se sienta. Se le quitan los zapatos e inmediatamente hay que buscarle un sombrero ripiado al que le amarran una tira negra y se lo colocan en la cabeza. Se arremanga los bajos del pantalón.
Como los Ogún, le teme mucho al agua; así, para "bañarse" sacude las hojas de los plataneros, pero si se le mojan los pies, hay que encender una hoguera para calentárselos. Asimismo siento un miedo muy grande por los militares. Si alguno de éstos está presente cuando Zombi se posesiona de alguien, él se retira apresuradamente del lugar.
En su manyé-luá se incluyen boniato y arenca asados con aceite. Se le sacrifican un chivo y un pollo negros. Sus colores simbólicos son el negro y el blanco, "pero más negro que blanco". Cuando se hace la comida de todos los santos, él se presenta y come. No es necesario, pues, depositarle su alimento aparte.
Se le caracteriza como un ser decidido y violento que se dedica a dar labores; muchos de sus "trabajos" nadie los puede ver, porque los hace de forma oculta.
CEMICHÉ O CIMITIEL
El nombre de este lúa parece derivar de cemetière (cementerio) o camposanto, lugar de residencia del santo que nos ocupa. Se dice que entre Cemiché y Senché existe una relación de parentesco : el primero es el padre del segundo, pero en un sentido simbólico; el primero, recibe los muertos en el cementerio y Senché los "apadrina". O sea justifica que la persona ha fallecido realmente y le echa la tierra encima." Después de esta confirmación, aparece Lacuá y le pone la cruz.
Se distingue por la labor específica que realiza: dar indicaciones, curas y consultas. No tiene un vestuario característico. Uno de nuestros informantes lo describe como una persona débil al "llegar", como si fuese un -anciano; pero no está seguro si se manifiesta así porque ésa es su figura o si se debía al largo tiempo que llevaba laborando con el caballo en que él se posesionó.
Se define a los integrantes de este grupo como los "genios de la sexualidad y la muerte al propio tiempo".Se suelen situar en una posición marginal, al ser confundidos con las almas de los muertos o los resucitados. Con sus vestimentas, sus poseídos se esfuerzan en evocar la imagen de un cadáver, como los describe un autor, "los guedé forman un grupo de divinidades sumamente poderosas por ser los genios de la muerte, se erigen, tal vez, como los dioses más fuertes del panteón [voduista] y también los más respetados, sobre todo de las otras divinidades que los temen y quieren evitar su jacarandosa compañía".
Los guedé no se materializan durante la posesión como lo describen los autores en Haití: vestidos de negro, con sombrero de copa, frac y chaqué. Llevan lentes estrafalarios, a los cuales a veces les falta un cristal. No nasalizan la voz como los zombi ni dicen obscenidades. Su comportamiento llama la atención, porque inmediatamente se tiran al suelo y se sitúan alrededor de la hoguera. Sus integrantes desempeñan un papel fundamental en la praxis voduista en Cuba: no hay hungán o mambó que no "trabaje" con uno de ellos en su labor cotidiana de consultas y medicinas tradicionales.
A continuación los miembros más relevantes de esta familia:
GUEDÉ
Es descrito como un santo que consume mucho picante y tafiá; bebe mucho y es muy fuerte. Hay que guardar un respeto estricto cuando se le hace un servicio: "Si él tiene la comida, nadie puede tocar ni coger nada de ella".
LACRUÁ O LACUÁ
Informantes haitianos atestiguan que Baón Lacruá es el espíritu de "la primera persona que se entierra en un cementerio" y al hablar de los guedé, los identifican con "los muertos". Es así como afirman que Zombi y Lacuá son muertos, igual que Senché y Cemiché y sitúan como su jefe al Baón, es decir, a Barón Lacuá.
En Cuba, se trata de un santo que pertenece a la familia de los guedé, a los que pertenecen Barón Samedi, Barón la Croix o Barón Cimetiére, "el guardián del cementerio y una de las más importantes y poderosas divinidades del panteón voduista". Tiene como símbolo la cruz y en la ofrenda se incluye un gallo negro.
Este loa-muerto- tiene facultades muy sensibles para detectar dónde hay mala intención, daño o maldad. No obstante, parece ser más bien un lúa "cerebro" o que dirige las acciones de otros santos para que resuelvan los problemas localizados por él. Gran Búa es el que ejecuta las curas que Lacuá recomienda en las consultas o citas de adivinación.
ZOMBI
Su servicio hay que realizárselo en el tronco de un árbol, donde hace acto de posesión de su caballo, porque él vive en el monte. Algunos lo consideran un santo cimarrón que gusta de vivir en cualquier mata, nunca en el exterior. Coge bejucos para tejer su ropa. Es un muerto que no fue para el cielo y se quedó en el monte.
Cuando alguien lo monta, sale "quitá" y al regresar viene forrado de zarza. Entonces se baña al caballo con aguardiente y se le van cayendo las espinas. Nadie sabe cuándo llega ni nadie sabe cuándo se va. Se caracteriza porque "todo lo desbarata y resuelve".
Su gran poder radica en que él es quien recibe a los muertos en el cementerio, su verdadera casa. En torno a él se levanta un halo de misterio: anda oculto, se desconoce el instante en que aparecerá y también cómo lo hará, por lo que se teme mucho al establecer un compromiso con él. Se dice que fue "en el ayer" un ser vivo, pero fue convertido en zombi, por lo que considera a todos los fallecidos como hermanos suyos.
Se le representa, antropomórficamente, como un viejito de cara muy arrugada que cambia su aspecto cuando se manifiesta en, o posesiona de una persona. La posesión se realiza con calma, se limpia la cara con el pañuelo del caballo. Se le debe pedir y apaciguar y darle mucho aguardiente. Cuando al fin "llega", lo primero que hace es tirarse al suelo y allí se sienta. Se le quitan los zapatos e inmediatamente hay que buscarle un sombrero ripiado al que le amarran una tira negra y se lo colocan en la cabeza. Se arremanga los bajos del pantalón.
Como los Ogún, le teme mucho al agua; así, para "bañarse" sacude las hojas de los plataneros, pero si se le mojan los pies, hay que encender una hoguera para calentárselos. Asimismo siento un miedo muy grande por los militares. Si alguno de éstos está presente cuando Zombi se posesiona de alguien, él se retira apresuradamente del lugar.
En su manyé-luá se incluyen boniato y arenca asados con aceite. Se le sacrifican un chivo y un pollo negros. Sus colores simbólicos son el negro y el blanco, "pero más negro que blanco". Cuando se hace la comida de todos los santos, él se presenta y come. No es necesario, pues, depositarle su alimento aparte.
Se le caracteriza como un ser decidido y violento que se dedica a dar labores; muchos de sus "trabajos" nadie los puede ver, porque los hace de forma oculta.
CEMICHÉ O CIMITIEL
El nombre de este lúa parece derivar de cemetière (cementerio) o camposanto, lugar de residencia del santo que nos ocupa. Se dice que entre Cemiché y Senché existe una relación de parentesco : el primero es el padre del segundo, pero en un sentido simbólico; el primero, recibe los muertos en el cementerio y Senché los "apadrina". O sea justifica que la persona ha fallecido realmente y le echa la tierra encima." Después de esta confirmación, aparece Lacuá y le pone la cruz.
Se distingue por la labor específica que realiza: dar indicaciones, curas y consultas. No tiene un vestuario característico. Uno de nuestros informantes lo describe como una persona débil al "llegar", como si fuese un -anciano; pero no está seguro si se manifiesta así porque ésa es su figura o si se debía al largo tiempo que llevaba laborando con el caballo en que él se posesionó.
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